1/6/08

Lo confundieron con Raúl Sendic y dispararon

Lo confundieron con Raúl Sendic y le destrozaron la mandíbula de un disparo

Un dramático relato realizó a LA REPUBLICA Nelson Di Russo, quien en el año 1972 fue interceptado por un comando militar y baleado en pleno rostro, luego internado varias semanas en un lugar secreto del Hospital Militar y durante más de veinte años ocultaron su historia clínica y le dijeron que no existían registros de que hubiera sido atendido en ese centro asistencial.


"Me balearon y después no sabían qué hacer conmigo. Años después me enteré que me habían confundido con Raúl Sendic, a quien estaban buscando desde hacía varios días", afirmó.

Di Russo realizó a nuestro matutino un pormenorizado relato de la situación que le tocó vivir en aquel momento y de todas las peripecias que luego tuvo que afrontar, incluso una vez recuperada la democracia, para que alguien reconociera lo que le ocurrió.

Nuestro entrevistado tiene un impresionante parecido físico con el líder tupamaro Raúl Sendic, aunque prefirió no ser fotografiado. Unos días después que balearon a Di Russo, a pocas cuadras del lugar las Fuerzas Conjuntas apresaron a Raúl Sendic.



La persecución
Todo comenzó en la tarde el 29 de agosto de 1972, alrededor de las 17.00 horas. Di Russo, que en ese momento tenía 26 años de edad, era propietario de una empresa de venta y service de grupos electrógenos, y realizaba tareas para distintas empresas privadas y organismos del Estado, como el Banco Central y la Presidencia de la República. "Aquella tarde, me encontraba supervisando el funcionamiento de un equipo generador en la antigua Casa de Gobierno de la Plaza Independencia. Terminada mi tarea, me dirijo a mi vehículo, estacionado en la calle San José, tomé por Florida y luego por Canelones hacia el este".

Habiendo transitado algunas cuadras, por el espejo retrovisor se dio cuenta que un vehículo de color verde, aparentemente lo estaba persiguiendo. Decidió doblar por Yi hasta llegar a San José, pasando lentamente frente a la Jefatura de Policía, para comprobar si realmente estaba siendo perseguido, pero los ocupantes del automóvil no se inmutaron y siguieron detrás de su vehículo. "Cuando llego a la esquina de Santiago de Chile y Maldonado, apenas giré la esquina y enderecé lentamente mi vehículo, percibí que por el lado izquierdo el otro coche se situó en forma paralela a escasos 60 centímetros y, sin mediar advertencia alguna, oigo un fuerte estruendo y recibo un impacto de bala en el límite entre el rostro y el cráneo. Nunca los miré de frente, si hubiera girado la cabeza la bala habría ingresado frontalmente y hubiera atravesado mi cerebro, con consecuencias fatales", relató.



"Me apuntaba a la cabeza"
Di Russo nunca perdió el conocimiento e instintivamente detuvo su vehículo. "Cuando comencé a descender, sacándome de encima los vidrios astillados de la ventanilla, las dos personas vestidas de civil que venían en el otro vehículo me encañonaron con armas de grueso calibre, balbucearon que eran integrantes de las Fuerzas Armadas y me pidieron los documentos". Uno de ellos le tomó la billetera y lo introdujo a la fuerza en el asiento trasero del vehículo en el que lo perseguían.

"Mientras viajábamos, uno de ellos me apuntaba directamente a la cabeza, mientras yo veía un enorme charco de sangre en el piso del vehículo, como consecuencia del abundante sangrado que tenía mi herida de bala". Los individuos tomaron a contramano por la calle Cuareim y le gritaron al policía de guardia en la puerta de la Seccional 2ª, que fueran hasta donde había quedado el vehículo en que lo habían baleado. Después se dirigieron hasta el Hospital Militar, donde ingresó a la Sala de Emergencias. Horas después fue derivado a una sala general, donde estuvo custodiado por un soldado armado con fusil. Los médicos solo le aplicaban antibióticos y antiinflamatorios.



"Naciste de nuevo"
"La bala calibre 45 me había ingresado por el maxilar superior, a un par de centímetros del oído izquierdo, atravesándome la cabeza de lado a lado y alojándose a flor de piel en el extremo opuesto del cráneo, cerca del oído derecho. Los médicos me decían una y otra vez que había nacido de nuevo", recuerda Di Russo.

"La deformación del proyectil al impactar previamente en el vidrio del auto, me produjo serios destrozos internos en el maxilar superior, en las órbitas oculares y hasta resquebrajamiento del paladar, del cual afloraban astillas de hueso".

Di Russo relató que "apenas a la mañana siguiente, el 30 de agosto, un oficial uniformado que se identificó como fiscal militar, me interrogó y me dijo que una vez restablecido sería conducido ante un juez militar".

Estuvo internado durante aproximadamente 20 días. Sufría terribles dolores y una enorme inflamación que prácticamente le impedía abrir la boca y solo se alimentaba de licuados y cremas.

"Corrí riesgo de tener una muerte súbita, porque en ningún momento estuve debidamente monitoreado en una Unidad de Cuidados Especiales, Intermedios o Intensivos", señaló.



"Relato fantasioso"
A los cuatro o cinco días de ingresado, lo trasladaron desde la sala general hacia un pequeño habitáculo, donde estuvo prácticamente aislado y sin que nadie supiera de su internación. Solo lo veían los médicos y enfermeras. En ningún momento se le dio aviso a la familia. Su joven esposa ­que en ese momento tenía 20 años y dos hijos pequeños del matrimonio­ desconocía su paradero. Cabe destacar, que debido a su trabajo de instalación y reparación de grupos electrógenos, Di Russo viajaba habitualmente a establecimientos rurales del Interior, incluso en avionetas particulares de los hacendados, y regresaba varios días después.

A poco más de veinte días de estar internado, cuando bajó la inflamación y el proyectil se desprendió con una leve presión y lo pudo tomar entre sus dedos, le desinfectaron la herida y le dieron el alta. Increíblemente, salió caminando hacia su domicilio, distante unas pocas cuadras, casi frente al Hospital de Clínicas. "Salí sumido en la más absoluta depresión. Mi esposa no me creía lo que me había sucedido y sentía un vacío difícil de expresar, porque nadie daba crédito a lo que me había pasado. Los relatos sobre mi detención y mi herida de bala sonaban fantasiosos, máxime cuando la herida había cicatrizado, así que opté por no insistir y me callé tratando de olvidarme de todo".



Intervención en el exterior
Aproximadamente un mes después, en octubre o noviembre de 1972, un policía de la Seccional 9ª le notificó que debía presentarse en un juzgado militar de la calle Sierra (hoy Fernández Crespo). Allí le tomaron declaración sobre lo sucedido y le hicieron firmar cinco copias de un extenso documento con su relato. "Me dijeron que me iban a volver a citar pero eso jamás ocurrió".

Di Russo contó que durante la dictadura militar vivió en permanente temor, sintiéndose totalmente vulnerable y con la intranquilidad de no saber si aquello le podía volver a ocurrir. Muchos años después, en diciembre de 1989, el doctor José Leborgne le diagnosticó un tumor maligno en el maxilar derecho, aconsejándole trasladarse para su tratamiento al Hospital y Clínica de la Universidad de Minessota en Estados Unidos. Allí fue operado el 15 de diciembre, donde comprobaron la destrucción de los senos maxilares por el impacto de bala y le extrajeron numerosos fragmentos de hueso dispersos e incrustados en el interior de la cara. El costo de la intervención en Estados Unidos, incluidos traslados y estadía, fue de aproximadamente 30 mil dólares, lo que derivó en el cierre de la empresa de la cual era propietario.

Di Russo relató extensamente el largo peregrinar que realizó luego de la recuperación democrática por el Hospital Militar, el Juzgado Militar y otras dependencias, tratando de encontrar documentos que demostraran el episodio que había vivido. Por ejemplo, el 25 de mayo de 1988 concurrió al Hospital Militar junto con su abogado y una alguacil, pero allí les dijeron que no había "ningún rastro de la supuesta internación".



"Lo confundieron con Sendic"
Recién el 11 de noviembre de 2003, en base a un dato confidencial, obtuvo copia fiel de su historia clínica, que antes le había sido ocultada, aunque eran solamente dos carillas.

En tanto, el 8 de diciembre siguiente logró que el Hospital Central de las Fuerzas Armadas le expidiera una constancia del registro de ingreso de pacientes de aquella época, en la que consta que el 29 de agosto de 1972, a las 18.00 horas, ingresó como "civil detenido con herida de bala en el cráneo". Sin embargo, dijo que para obtener este documento tuvo un duro altercado con el oficial encargado, que se negaba a proporcionárselo. Nunca pudo obtener copia de su declaración ante el Juzgado Militar. También hizo gestiones ante el Ministerio del Interior, Ministerio de Defensa Nacional, Comando General de la Armada, Archivos Históricos Militares, Supremo Tribunal Militar y la Suprema Corte de Justicia. Cabe destacar que Di Russo entregó a nuestro matutino un dossier con copia de toda la documentación a la que hizo alusión en su increíble relato.

En el año 2004, solicitó a varias dependencias estatales, como el Ministerio del Interior, Jefatura de Policía de Montevideo, Dirección Nacional de Información e Inteligencia, Comando General de la Armada y la Suprema Corte de Justicia, información sobre si existían archivos con datos sobre su caso. Incluso la SCJ derivó el pedido a todos los jueces penales, pero todos respondieron en forma negativa, en muchos casos porque los juzgados fueron creados con fecha posterior al hecho.

Di Russo presentó una demanda contra el Estado por daños y perjuicios de tentativa de homicidio perpetrado por funcionarios públicos, pero el juez competente determinó en el año 2004 que el delito denunciado prescribió.

Hace relativamente poco tiempo, un oficial militar a quien conoció por motivos particulares, le dijo que el nombre Di Russo es familiar en la interna militar porque fue "la persona que confundieron con Sendic".


"¿Por qué nadie pregunta qué pasó con aquella niña?"
Di Russo realizó su extenso relato con total firmeza, repasando cada detalle de la peripecia que le tocó vivir. Sin embargo, la emoción lo quebró cuando recordó otro episodio que ocurrió cuando estaba internado en esa pieza secreta del Hospital Militar. "No lo he podido olvidar hasta el día de hoy y lo siento como algo que pesa sobre mi conciencia.

En el habitáculo en que me habían recluido, al lado mío, había una cama con una niña de 13 años, postrada en posición fetal"."Una enfermera me dijo que durante una redada, un integrante del Ejército le había dado un balazo en la médula y tenía paralizados todos sus órganos. Respiraba por medio de una traqueotomía y ni siquiera le funcionaban sus riñones. Unos días después falleció". "Jamás vi ningún familiar de aquella niña, que presumo que estaba allí igual que yo, bajo una suerte de ocultamiento. En estos años de democracia, nunca escuché que ninguna organización de derechos humanos preguntara por ese caso".


La detención de Sendic
Tres días después de lo ocurrido a Di Russo, a pocas cuadras del lugar las Fuerzas Armadas detuvieron al líder del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), Raúl Sendic. Fue en la madrugada del 1º de setiembre de 1972, cuando se encontraba temporariamente refugiado en un local de la calle Sarandí 225 entre Pérez Castellano y Maciel. Las fuerzas militares rodearon el lugar, en el que Sendic se encontraba junto a su compañera Xenia Itté y a Jorge Ramada. Allí se produjo un intenso tiroteo, cuando en determinado momento el líder guerrillero pidió que respetaran la vida de sus dos compañeros, que se iban a entregar. Después que salieron, Sendic siguió peleando con la única pistola que le quedaba y unas pocas balas, mientras gritaba: "Soy Rufo y no me entrego". Minutos más tarde se hizo un silencio y cuando los militares entraron a la casa, lo sacaron arrastrándolo, totalmente ensangrentado. Había recibido un impacto de bala que le atravesó el maxilar izquierdo, le destrozó la mandíbula, los dientes y parte de la lengua.

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