20/1/09

Juicio a las Juntas, 07-06-1985. Testimonio de Claudio Marcelo Tamburrini (III)

Dr. Arslanian: ¿Qué pasó, señor, con posterioridad a eso?
Tamburrini: Queríamos seguir creyendo en la posibilidad de una legalización o de nuestra libertad, pero al mismo tiempo teníamos que tomar en cuenta este comentario vertido por este guardia y teníamos mucho miedo; a partir de entonces -yo diría fines de febrero o principios de marzo- comenzó a gestarse en nosotros la idea de buscar una alternativa a la mera espera; yo diría que fue imposibilidad de continuar en esas condiciones; intentamos buscar un final a esta situación y un intento de fuga parecía ser el final, aun cuando no tuviera éxito; fue gestándose en nosotros la idea de intentar una fuga de este centro de detención, todo comenzó, al menos a tomar forma, con un clavo, con un tomillo que Guillermo FERNANDEZ descubre flojo en la cama sobre la cual estaba tirado; en la casa había ventanas antiguas, con vidrios rectangulares pequeños, faltaban las manijas -evidentemente- para que no se pudieran abrir, y tenían persiana afuera, de madera; en ésta... ya que faltaba la manija había una especie de chaveta donde iba encastrada la manija que tenía, un orificio donde iba la manija para hacerla girar; probamos el clavo, el tornillo en el orificio de esa chaveta, y haciéndolo funcionar según los principios de una llave cruz, se podía girar la chaveta de la ventana; se podía abrir la ventana que estaba pintada con cal desde afuera para que no se pudiera ver hacia afuera, en ciertos espacios estaba descascarada la cal y por esos sitios era por donde mirábamos nosotros. Mirando para afuera por esos puntos donde la cal estaba descascarada, y algunas veces bajando a abrir la puerta a la guardia que volvía con la cacerola de la comida para los secuestrados, pudimos ver que el campo que circundaba el casco, la casa, parecía no estar custodiado; se escuchaban ladridos de perros, pero no daban la impresión de ser ladridos de perros fornidos o de policía, que -digamos- pudieran cumplir tareas de vigilancia, sino que más bien sonaban como perros callejeros, y con el clavito teníamos solucionado el acceso al balcón que se veía desde la ventana por los espacios de pintura descascarada; la persiana estaba atada, las dos hojas de las persianas estaban atadas con lo que identificamos un cable de plancha, esto fue una feliz coincidencia porque nos permitió elaborar un plan en el cual el segundo aspecto de la fuga, el de alejarse del sitio, pudiera ser solucionado de una forma más o menos rápida; un cable de plancha, pelándolo en la punta, sirve para hacer un puente en un coche y ponerlo en marcha; así fue tomando forma este plan, esta fuga. Teníamos colchas, mantas muy, muy viejas con las que nos cubríamos, y a partir de la fuga de estas dos personas del barrio "Carlos Gardel", supuestamente, que yo nombré hace unos instante se habían endurecido las condiciones de cautiverio a punto tal que nos hacían dormir con las esposas puestas --como siempre las habíamos tenido-, pero desnudos; nos habían sacado la ropa hacía 1 mes o 1 mes y medio ---cuando se habían querido fugar estas dos personas de la planta baja- y nos ataban los pies con unas correas de cuero para que durmiéramos casi en una posición de cuclillas; las colchas podían ser reforzadas, entonces... unidas previamente con nudos marineros y reforzadas en los sitios débiles o roídos con las correas que nos ataban los pies durante la noche. Así fue tomando forma este plan; abrir la ventana con el tomillo y soltar lo más rápidamente posible, y lo más silenciosamente posible el cable de plancha; abrir la persiana, salir al balcón, anudar las colchas, reforzarlas con las correas, atar las colchas a un pilar del balcón, deslizarnos por las sogas y ganar el campo. Calculábamos que la altura del edificio debía ser de entre unos 6 y 8 metros; medimos la longitud añadida de las colchas, llegaba aproximadamente a 5 metros, contábamos con el largo de nuestros cuerpos que nos podían dar dos metros más, nos quedaba por salvar solamente 1 metro, que era una caída más o menos liviana. Durante todo este período de secuestro, de todos estos días, sentíamos ruido de automóviles, de tránsito proveniente de una avenida concurrida, por lo que se sentía, por el tránsito que se sentía; y el ruido de un ferrocarril que yo asociaba con la sensación de haber traspasado una vía de ferrocarril con el coche y la pick-up cuando fui secuestrado; este ferrocarril hacía sonido de 8 vagones al golpear las ruedas contra el riel, se sentían 8 vagones; los que residíamos en la zona, FERNANDEZ, por ejemplo, en la zona de Morón, y yo en Ciudadela, sabíamos que el Ferrocarril Sarmiento tiene ocho vagones, y es eléctrico, por lo cual nosotros teníamos la certeza de que estábamos en un sitio paralelo a la vía del Ferrocarril Sarmiento, y teníamos la certeza casi por el recorrido que nosotros habíamos hecho con los coches: 20, 25 minutos yo desde Ciudadela, 5 minutos FERNANDEZ desde la zona de Morón, que era en las inmediaciones de Morón, Castelar, Ituzaingó; por la salida del sol deducíamos que estábamos del lado sur de Rivadavia y las vías del Ferrocarril Sarmiento, calculábamos que teníamos no más de 300, 400 metros, por la cercanía del ruido de tránsito, hasta ganar Rivadavia y la vía; en el ínterin se repiten los cambios sistemáticos de guardia; cada 3 días al mediodía se iba la guardia; uno de los integrantes o 2 de la guardia saliente, con el coche, y volvían los tres integrantes de la nueva guardia y uno de ellos llevaba después al que se había quedado de la guardia saliente; cuando yo estuve secuestrado, alojado en la pieza número 1, con Saverio CINQUEMANI, una tarde entró "la patota" presumiblemente en la pieza, mientras nosotros estábamos cuchicheando -porque no se nos permitía hablar- y nos castigó muy duramente aduciendo que estábamos intentando una fuga; a partir de ese momento, que habrá sido a mediados de diciembre, luego CINQUEMANI se fue, fue liberado el 22 de diciembre, como dije anteriormente; a partir de ese momento, quedé estigmatizado como el que se había intentado fugar, y periódicamente era custodiado por Ia patota que entraba a la pieza una o dos veces por semana, un poco extra, para disuadirme, como un método -según expresión propia-, como método disuasor de mi intención de fugarme; llega una guardia que me trató correctamente, ésa fue una de sus características, que no formaba parte de las dos guardias fijas, sino que era una guardia móvil, era más movible; inesperadamente se quema la bombita; la lámpara de luz de la pieza estaba prendida las 24 horas del día, por lo tanto era bastante frecuente que se quemara la lamparita; en esa guardia notamos que tenían un método sistemático de cambio de guardia interno sobre todo a la noche, que era lo que más nos interesaba; servían la comida entre las 9 y media, diez- de la noche, nueve o nueve y media, retiraban los platos cerca de las once, y pasaban a eso de las 12 de la medianoche haciendo, lo que se sentía, por los gestos y por la actitud de contar que el que abría la puerta tenía, un recuento de los presos, lo que indicaba que era un cambio de guardia; durante los tres días que estuvo esta guardia notamos que realizaban el nuevo cambio de guardia aproximadamente a las 3 horas; pensábamos a eso de las 3 de la mañana, ahí pensamos que podíamos tener una chance en esas 3 horas; sin embargo, esa guardia pasó, porque no nos atrevimos; fundamentalmente creo recordar que se debió al hecho de que el último día, la última noche de esta guardia sistemática, con cambios de guardia interno de doce a tres, en la última noche cambiaron la lamparita de luz y el hecho de habernos iluminado a la noche nos quitó el coraje o nos quitó desesperación para abrir la ventana; pasaron nueve días y llega esta guardia nuevamente, lo cual era una casualidad, porque no era guardia fija, como ya dije anteriormente; en el momento en que entran los reconocemos por la voz, y coincidimos en que era una casualidad que esta guardia volviera, y que no podíamos dejar pasar la oportunidad como habíamos hecho nueve días antes; los estudiamos la primera noche y se cumplió lo acostrumbrado; reparten la comida, o sea repartieron la comida a las nueve y pico, retiraron los platos a la diez y pico, once, nos recontaron a las 12, hicieron el cambio de guardia a las tres, abrieron la puerta y nos volvían a contar a las 3 de la mañana aproximadamente; seguimos observándolos; la segunda noche hicieron lo mismo, y la tercera noche fue la noche del 23 de marzo de 1978; la noche previa a la madrugada del 24 de marzo de 1978; era la última noche de esta guardia y no quisimos jugar a la posibilidad de que a los nueve días volvieran, porque era improbable; además se habían sentido rumores en la casa de un posible traslado o una mudanza como la llamaban ellos, a un sitio, a otro sitio de detención ilegal mejor, según expresiones de ciertas guardias, con más seguridad desde el punto de vista de los captores, según la interpretación que nosotros hacíamos de este comentario; la noche del 23 de diciembre, del 23 de marzo, perdón, de 1978, reparten, la comida a las nueve y media, diez, retiran los platos a la once, nos atan con correas, como ya dije antes, como todas las guardias hacían, los pies, y nos recuentan aproximadamente 48 horas antes con esta misma guardia entró "la patota" al cuarto, que se apersonaba en la casa casi todos los días, o día por medio cuando tenía algo que hacer en cuanto a interrogatorios o en cuanto a torturas en la casa; 48 horas antes de la noche o la madrugada del 24 de marzo del año'78 entra Ia patota" en la pieza haciendo mucho escándalo, como ellos hacían, con el fin de crear un clima de terror y de pánico a su alrededor, nos golpean como lo hacían periódicamente y se acerca una persona a mi cama, me nombra, me pregunta si yo era quien era, contesto afirmativamente; me dice que me pare; yo me paro esperando el golpe en el estómago o en la cara, pero no me pega, me pone un arma en la sien y me dice: "Nosotros sabemos que vos estás planeando una fuga, pero te estamos dejando hacer para aplicarte la ley de fuga; a vos y a los otros 3 los vamos a estar esperando abajo"; 48 horas antes de la madrugada del 24 de marzo del añer78, este comentario suscitó en la pieza un debate interno acerca del origen de este comentario; yo afirmaba que era casualidad, GARCIA y RUSOMANO que no, FERNANDEZ estaba de acuerdo conmigo; esto ocasionó que en la madrugada del 24 de marzo aproximadamente a la hora cero, la medianoche de paso entre el 23 y 24, FERNANDEZ y yo nos despojáramos de las correas de cuero que teníamos en los pies, FERNANDEZ sacó el tornillo de la cama, donde lo tenía oculto, se sacó las dos esposas, porque se las podía sacar, de delgado que estaba le salían ya sin ningún problema, y despertamos un poco con este ruido a los otros dos, que estaban adormilados ya o estaban, digamos, reposando; cuando notaron lo que estábamos haciendo, no estuvieron de acuerdo inmediatamente en concretar la acción esa noche; discutimos aproximadamente unos 5, 10 minutos en la pieza, sin las correas ya, y FERNANDEZ ya con las esposas sacadas, lo cual era perder un tiempo valioso, y en un momento dado Guillermo FERNANDEZ introdujo el clavo en la ventana y abrió, lo cual, les presentó a los otros dos compañeros un poco el hecho consumado; no se discutió más y nos pusimos a desatar el nudo del cable de plancha; mientras hacía esto, Guillermo FERNANDEZ anudaba las colchas y las reforzaba con las correas de cuero; salimos al balcón, Daniel RUSOMANO llevó consigo, conservó consigo el cable de plancha, él tenía nociones de mecánica y era el encargado de hacer el puente en los coches que encontráramos al salir; FERNANDEZ salió al balcón, ató las colchas anudadas a un pilar del balcón, o a un pie del balcón, bajó RUSOMANO primero, bajé yo después con las dos manos esposadas, porque no me salían a mí las esposas todavía; bajé los 5 o 6 metros de las colchas anudadas con las dos manos esposadas; luego bajó Carlos GARCIA, yo hice un poco de ruido al caer, por, digamos, torpeza para moverme por el hecho de que tenía las manos esposadas y luego tenía que bajar Guillermo FERNANDEZ, y se retrasaba; pasó medio minuto y no se asomaba al balcón; él se había quedado custodiando la puerta para que, si en ese momento se abría, poder ofrecer un poco de resistencia, e inclusive tirarse por el balcón, y tardaba; tardó aproximadamente 30 segundos, 60 segundos, y luego salió al balcón, bajó, y se reunió con nosotros 3, que lo estábamos esperando abajo; años más tarde, cuando me reencontré con Guillermo FERNANDEZ, pude saber cuál fue la razón de su retraso; se debió a que con el mismo tornillo con el cual se había abierto la ventana, se entretuvo en escribir sobre la pared la leyenda "Gracias, Lucas", y nos fuimos; salimos al campo, pasó un coche, nos tiramos al césped, recuerdo que en ese momento, mientras pasaba el coche, escondido entre el pasto...

Dr. Arslanian: Perdón, ¿en qué estado estaban?, ¿estaban vestidos?, ¿cómo estaban vestidos?
Tamburrini: Desnudos, completamente desnudos, yo con las dos manos esposadas; habíamos sido pelados a cero días antes, 5, 6 o 7 días antes; pero a mí se me había permitido conservar una profusa barba que no afeitaba ya hacía más o menos unos 4 meses, o antes, porque yo usaba barba, por lo cual el aspecto que teníamos era bastante peculiar; cuando pasa el coche y estábamos tirados en el césped, yo recuerdo que mi... que necesité girar la cabeza y ver la mansión iluminada y la ventana abierta de par en par; pasó el coche, nos paramos, seguimos corriendo, traspusimos un alambrado de púas --creo que había-, ganamos la calle, empezamos a correr, y a los cien, doscientos metros aproximadamente nos detuvimos en un coche al que intentamos hacer arrancar, no pudimos porque nos chistaron desde una ventana, eh, gritándonos, ladrones, amenazándonos con que se iba a llamar a la policía; salimos corriendo de ahí, creo que alcanzamos a mover el coche inclusive un poco empujándolo con las manos, luego llegamos a otro coche, corriendo siempre, llegamos a otro coche, que recuerdo como un Fiat 600, porque nos subimos a él y RUSOMANO no pudo hacer el puente porque la batería estaba muy lejos, la batería estaba adelante; creo que el motor está atrás, no se podía hacer el puente con el cable de la plancha; nos fuimos de ahí, seguimos corriendo, dando vueltas, nos cruzamos con una persona que volvía a su domicilio, aparentemente a esa hora de la noche, sería ya la una, que vio pasar cuatro sombras de barbudos, pelados, desnudos, esposados algunos de ellos, siguió su camino; nosotros nos escondimos un poco en los árboles, seguimos corriendo, a los minutos vimos un coche, las luces de un coche que giró a unos 300 metros de la cuadra en la cual nosotros estábamos y nos metimos en una casa, saltando una tapia; nos metimos en una casa, en los fondos había un cordel de ropa tendida, era una soga de ropa tendida, de ahí sacamos dos o tres camisas con las que nos cubrimos el torso; seguimos corriendo.

Dr. Arslanian: ¿Siempre estaban los cuatro juntos, no se habían separado?
Tamburrini: Los cuatro juntos; seguimos corriendo hasta que llegamos a un coche estacionado, creo que era un Peugeot 504, son detalles, creo recordarlos correctamente pero no puedo estar seguro en esto, en eso, evidentemente; eh, y ahí las puertas de este coche estaban abiertas; nos subimos nosotros tres y el encargado de¡ puente mecánico, que era Daniel RUSOMANO, nota en ese momento que se había olvidado el cable de plancha en el Fiat 600, en el segundo coche que intentamos hacer mover, hacer arrancar; a pesar de eso, consiguió hacer, eh, arrancar el coche, presumiblemente haciendo puente con las esposas; el coche amagó arrancar dos o tres veces, pero no salió y ya habíamos hecho mucho ruido en ese sitio, con el ruido del motor del coche que estaba por salir, y después se paraba con el abrir y cerrar las puertas a ver qué pasaba, entonces lo dejamos; seguimos corriendo los 4 juntos siempre y en ese momento tuvimos que cambiar la segunda parte del plan, que era la de salir de la zona; evidentemente la posibilidad del coche se cerraba; seguimos corriendo y llegamos a un garaje, a una casa en construcción; yo me había rezagado un poco en la carrera, a punto tal que era el último de los 4, un poco los veía s in ser visto, cuando corrían, sin ser visto; me habían nevado unos 50 metros y veo que se meten en el garaje de esa casa en contrucción, que también estaba en construcción; yo consideré prudente separar, o digamos separarme de los otros tres compañeros de fuga y salté la ligustrina... entré a un jardín de una casa enfrentada a este garaje, enfrente, un poco en diagonal, de la vereda de enfrente, y me escondí en la ligustrina que daba a la calle; desde esa ligustrina donde estuve oculto hora y media aproximadamente, entre hora y dos horas, vi a los pocos minutos que salía Guillermo FERNANDEZ de ese garaje en que estaban ocultos los tres y tocaba el timbre en la casa contigua a este garaje; veo que por la ventana, me parece recordar, le habla una señora; le dice qué pasa, y él explica algo, la señora se tranquilizó un poco, ya no gritaba o ya no estaba tan, tan asustada y veo que él vuelve al garaje; sale por segunda vez, de la casa le hablan por la ventana nuevamente, y luego veo que le alcanzan por la ventana un pantalón que él se pone, ya tenía la camisa sobre su torso, y se va corriendo; ahí me quedé en ese jardín, escondido, hasta aproximadamente las dos y media de la mañana o tres, más o menos 3 y media, dos horas.

Dr. Arslanian: A todo esto, ¿no se había iniciado una persecución, no se había advertido la fuga?
Tamburrini: Ya se iba cumpliendo el plazo que, según nuestras observaciones, teníamos a nuestra disposición para salir de la zona; considerábamos que la fuga debía ser descubierta aproximadamente entre dos y media, tres de la mañana; yo diría que aproximadamente a esa hora vi pasar un coche, a baja velocidad, casi a paso de hombre; lo vi a 3 metros, el espacio que había entre la calzada y la ligustrina adentro del jardín donde yo estaba, digamos escondido, estaba a la calle yo, casi; un coche a paso de hombre; dudé si salir a pedirle ayuda pero tuve temor que fuera un guardia y no salí; ése fue un signo que puede ser interpretado como el comienzo de la persecución; más tarde, luego, sí sentí claramente ruido de helicópteros que con focos de luz rastreaban la zona; afortunadamente a los 5 o 10 minutos del revoloteo de los helicópteros comenzó una tormenta torrencial, a punto tal que los helicópteros tuvieron que volver a su base, e interrumpir la persecución; 3 y media de la mañana, o 4, o 3 y media, o 3, 3 y media, cruzo el garaje y me reúno con Carlos GARCIA y Daniel RUSOMANO, que estaban ahí, ahí me entero de que Guillermo FERNANDEZ había tocado timbre, como yo había visto desde enfrente, en la casa contigua, había manifestado al vecino que lo atendió que había sido asaltado en la vía pública y despojado de todas sus pertenencias e inclusive de su ropa, salvo la camisa que llevaba en el torso, y había pedido a este vecino o esta señora que llamara a su tío, un familiar de FERNANDEZ; la señora volvió, según lo que me contaban los otros dos que estaban en el garaje, y le dijo que no había nadie en la casa, que no sabía qué es lo que podía hacer por él, él insistió un poco en que no tenía ropa, no tenía cómo volver a su casa y la señora trajo entonces desde el interior de su casa un pantalón y le dio dinero para que se trasladara; esto le había contado FERNANDEZ en el garaje cuando había vuelto para avisarles a ellos que se iba con el pantalón y con el dinero y que iba a mandar a algún familiar, o él personalmente si no, con un coche para sacarnos de ahí; pasaron las horas, dos o tres horas más, se hicieron las 6, nosotros estábamos escondidos en este garaje en construcción, yo conseguí sacarme las esposas de una de la manos, y aproximadamente a las 6, 6 y pico, ya de madrugada, ya de día, era de día en el mes de marzo, sentimos un coche que se para en las inmediaciones, podía ser el coche que venía a sacarnos, o podía ser la guardia o el grupo, un operativo que estaba buscándonos; nos quedamos callados y en ese momento Carlos GARCIA empieza a decir en una voz un poco más alta de lo que la prudencia aconsejaba; "Me parece que es mi papá"; nosotros le hacemos señas para que baje el tono de la voz y él en lugar de hacemos caso repite la misma frase, todavía en voz más alta; "Me parece que es mi papá" y una tercera vez casi a los gritos, abre la puerta del garaje, sale a la calle y lo vemos saltar, casi dar un grito: "¡Papá, papá!" sentimos desde adentro del garaje: "¡Hijo! ¿Qué te ha pasado?"; vemos el coche que se mete de culata en el garaje, abre la puerta del baúl, ahí se introduce RUSOMANO; GARCIA y yo nos subimos al asiento trasero del coche, arrancamos y salimos de la zona; así terminó mi detención ilegal, mi secuestro, en la Mansión Seré, Atila, de la que salí caminando o al menos corriendo, la que vi con mis propios ojos y a la que volví meses después, a principios del año '79, para reconocerla porque necesitaba enfrentarme a una de esas cabezas del monstruo ya derruido; volví en enero, febrero del '79 a ver ese sitio donde había pasado 120 días secuestrado y torturado y la habité; la casa ésa la habité desde el 23 de noviembre de 1977 hasta la madrugada del 24 de marzo de 1978 en condiciones inhabitables.

Dr. Orgeira: Sí, por favor, señor presidente: para que diga el testigo dónde vive actualmente.
Tamburrini: Estocolmo, Suecia.

Sr. Orgeira: Para que diga cómo se enteró de la existencia de este juicio.
Tamburrini: Por la prensa.

Dr. Orgeira: ¿En Suecia?
Tamburrini: Estoy en la República Argentina desde el 29 de diciembre de 1984, fecha en la que vine para visitar a familiares, parientes y amigos, y así me enteré del juicio...

Dr. Orgeira: Para que describa a las personas que ha nombrado, como el Tucumano, Huguito, Tino, Lucas.
Tamburrini: INFANTINO, durante el tiempo que compartió la pieza número 2 conmigo, me manifestó antes de su traslado final, del cual todavía no regresó, que un miembro de "la patota" apodado el Tano era amigo de adolescencia de INFANTINO; vivía INFANTINO en la calle Pilar 1033 del barrio de Mataderos; éste, el Tano, amigo de adolescencia de INFANTINO, vivía a 300, 400 metros de la casa de INFANTINO y era suboficial de la Fuerza Aérea; yo mismo presencié charlas en la pieza entre INFANTINO y el Tano de Ia patota" en este estilo: "Hola, Jorge", "Hola, INFANTINO, ¿qué tal? ¿Cómo te están tratando o cómo te estamos tratando?", "Bien, Tanito, bien" "Ya hablé por tu caso -decía el Tano de "la patota" estoy tratando de ver si puedo hacer algo por vos ya que somos amigos de la infancia"; el Tano era rubio, pelo crespo, ojos azules, según descripciones del propio INFANTINO.

Dr. Arslanian: ¿Las demás personas?
Tamburrini: Lucas, es muy borrosa la imagen que yo pueda tener de él, han pasado siete, casi ocho años; personaje alto, fornido, morocho; Tino, su compañero de guardia, gordinflón, alto, morocho, de bigote negro, es salteño de acento; otra persona de la guardia, "el Tucumano", "el Gringo", un chico muy alto, atlético, cabello rubio, ojos celestes; son solamente descripciones muy superficiales las que yo puedo dar de la guardia y del Tano de 1a patota".

Dr. Orgeira: Sí podría también describir a las personas, los demás integrantes de "la patota" a los que vio o a las personas que lo detuvieron.
Tamburrini: No, porque yo jamás los vi, porque siempre estuve vendado o tabicado, como se decía en la jerga de ese lugar, cuando "la patota" entraba.

Dr. Arslanian: ¿Y los que lo detuvieron?
Tamburrini: Un señor muy rollizo, cabello negro corto, tez oscura, ojos negros; y otro rubio, pero la imagen que tengo de ese momento es muy confusa; los vi cinco minutos mientras subimos al coche y ya llegamos a la casa de mi madre en la cual estaba esperándome el grupo y ya después me bajaron al piso de la camioneta, me encapucharon y las imágenes se sucedieron, en ese momento, con mucha confusión y con mucho nerviosismo y no las tengo claras, evidentemente, sobre todo, por el paso del tiempo.

Dr. Orgeira: Si puede informar al Tribunal si se informó en sus conversaciones con INFANTINO, CINQUEMANI y URSO desde qué fecha estaban detenidos ellos.
Tamburrini: Creo recordar que INFANTINO estaba detenido desde unos días antes que yo; CINQUEMANI arribó a la casa con posterioridad a mi detención, presumiblemente, según lo que creo recordar, y URSO también.

Dr. Orgeira: Si, aparte de sus actividades laborales, conoce si los nombrados se dedicaban a algún tipo de actividad gremial o política.
Tamburrini: Lo que me consta solamente es que Jorge INFANTINO, en la época en que yo lo conocía, en la época en que yo lo había visto por última vez en el año '72, era miembro del Centro de Estudiantes de la UES; ésa es la única información que yo puedo dar sobre la actividad política de los otros secuestrados que se encontraban en la casa.

Dr. Orgeira: ¿Esto también vale para el caso de este señor ASTIZ?
Tamburrini: Yo no lo conocía al señor ASTIZ; lo que puedo agregar sobre las condiciones de cautiverio de ASTIZ es que no fue torturado con la picana eléctrica, no se le aplicó submarino, se le aplicaron solamente golpes y a juicio de la propia 11patota" -según lo manifestaba en la pieza ante nosotros-, su caso era leve y no debería haber mayores problemas con él, esto lo corrobora un poco el hecho de que "la patota" o el grupo no consideró necesaria la aplicación de tortura más dura para sacarle información; no obstante esto, no apareció con vida.

Dr. Arslanian: Señor, una pregunta, ¿de quiénes supo que hayan sido torturados y cómo le consta?
Tamburrini: CINQUEMANI; Gustavo MENSI; Alejandro ASTIZ en las condiciones descriptas con las salvedades ya señaladas; URSO; Daniel RUSOMANO; Carlos GARCIA; Oscar ABRIGO; Alberto GARRITANO; Jorge COSIELO; una tal "Silvita", presumiblemente Silvia GENOVESE, secuestrada con posterioridad a Jorge COSIELO o simultáneamente con él, y muchas personas más; Mario MARINELLI, otro de los habitantes de la pieza 2 que estuvo unos pocos días con nosotros y después fue sacado; era, según confesión propia ante nosotros y en la jerga que él usaba, levantador de quiniela y ése parecía ser su delito; Mario MARINELLI también fue torturado; jamás se le hicieron preguntas vinculadas con la subversión, no era precisamente el caso.

Dr. Arslanian: ¿FERNANDEZ fue torturado?
Tamburrini: Guillermo FERNANDEZ salvajemente, fue el más torturado de toda la casa en la época en que yo estaba ahí; tres semanas antes de la fuga, coincidentemente con el anuncio por parte de Tino de que Alejando ASTIZ había sido asesinado por el grupo, lo sacaron de la pieza a Guillermo FERNANDEZ y lo torturaron salvajemente mucho peor que las primeras veces; eso también incidió en nuestra decisión para elaborar un plan de fuga y realmente ponerlo en práctica.

Dr. Arslanian: ¿Alguna otra persona de la que usted haya visto o sabido que estaba allí, que no haya mencionado ahora como torturador, pero que haya estado alojada en ese lugar?
Tamburrini: Que en este momento recuerde, no.

Dr. Orgeira: Si el testigo habló de que sintió hablar por radio como relató, si alguna vez vio ese aparato de radio.
Tamburrini: Lo vimos en la cocina cuando salíamos a ver televisión y vi algo similar en el coche en el que me fueron a buscar el 23 de noviembre del año '77 cuando dijeron, como yo ya declaré anteriormente.

Dr. Orgeira: Si puede describirlo.
Tamburrini: Un aparato rectangular tipo walkie-talkie como los que comúnmente se conocen.

Dr. Orgeira: Si tenían algún método especial para determinar las horas.
Tamburrini: Teníamos plena conciencia del día y hasta de la hora que era; además, no perdía la cuenta de los días; sabía cuándo iba a ser Navidad, cuándo era Año Nuevo; además era muy fácil corregir eventuales equivocaciones mediante, por ejemplo, los festejos; si nos hubiéramos podido equivocar en el mes de diciembre en cuanto a un día; bueno, en cuanto llegó el día 24 y cuando se supo que era Navidad eso nos permitía reubicar la fecha, pero, o sea, repito, nunca fue necesario, sabíamos que nos escapábamos, por ejemplo, el día 24 de marzo; fue un tema de discusión en la pieza en cuanto a la conveniencia táctica hacerlo un día 24 de, marzo, aniversario del golpe militar del año '76, si era tácticamente conveniente hacerlo, si no iba a haber más control en las calles, etc., etc., en ningún momento perdimos conciencia de la fecha exacta y la hora la teníamos cada tanto, la podíamos corroborar con un guardia al que le preguntábamos qué hora será ahora y nos decía tal hora, tal otra, y la salida, la puesta del sol, infinidad de métodos.

Dr. Orgeira: Si reconoció la voz del guardia que habló por radio en esa oportunidad que ha relatado.
Tamburrini: En ese momento me pareció la voz de Lucas, pero no podría afirmarlo concretamente.

Dr. Orgeira: Si pudo saber el nombre y el apellido del Tano por intermedio de INFANTINO.
Tamburrini: No, no me atrevía a preguntarle sobre la identidad de ese suboficial, porque lo consideraba comprometedor y temía por mi vida, era mejor no saber en esas condiciones de cautiverio.

Dr. Orgeira: El testigo ha mencionado que un guardia le comentó que era de la Fuerza Aérea.
Tamburrini: Sí, señor.

Dr. Orgeira: ¿Fue sólo uno o hubo algún otro que le reconoció la misma circunstancia?
Dr. Arslanian: Puede contestar.
Tamburrini: A mí uno; me enteré por otros prisioneros, por ejemplo, Guillermo FERNANDEZ, que otro guardia también le había reconocido que era de la Fuerza Aérea.

Dr. Orgeira: Si de entre todos los que ha nombrado como guardias los puede identificar.
Tamburrini: En un careo persona a persona creo que sería posible hoy, a pesar de los años transcurridos; de otra manera me parece improbable.

Dr. Orgeira: Cuando se descolgaron desde el balcón y llegaron hasta la calle, ¿advirtieron algún tipo de guardia exterior?
Tamburrini: Ningún tipo de guardia exterior, de ser así yo no estaría aquí contando lo que estoy contando.

Dr. Arslanian: ¿La había durante el día?
Tamburrini: No puedo responder a eso, yo nunca la vi.

Dr. Orgeira: El testigo ha relatado que pasaron un alambre de púas, si mal no recuerdo, ¿cuántos hilos tenía y cuáles eran sus condiciones?
Tamburrini: No lo recuerdo, señor defensor.

Dr. Orgeira: ¿Dónde estaba ubicado ese alambre, si lo puede ubicar dentro del terreno?
Tamburrini: A los extremos del terreno, casi lindando con la calzada, en el límite exterior del predio.

Dr. Orgeira: ¿Con la calle Parera?
Tamburrini: No podría responderle porque no me detuve a ver el nombre de la calle.

Dr. Orgeira: ¿Con la diagonal o la calle que veía que tenía tránsito?
Tamburrini: Reitero la respuesta.

Dr. Arslanian: Usted dijo observar desde una ventana --si mal no recuerdo una calle que era transitada, que tenía un tránsito fluido. ¿Ese alambrado daba sobre esa calle?
Tamburrini: No recuerdo.

Dr. Orgeira: Si puede identificar quién era el jefe de ese lugar o el encargado, el que daba las órdenes y directivas
Tamburrini: Mis apreciaciones en este sentido podrían ser muy superficiales y sobre todo auditivas, basadas en lo que yo sentía; la voz mandante parecía ser -al menos según lo que yo sentía- la de Huguito, o Hugo, pero en algunas oportunidades fui interrogado en una mesa no precisamente por Hugo, sino por otras personas que parecían o que tenían actitud de manejar los casos y no era Hugo; por lo cual, digamos, deduzco que Hugo era el jefe operativo, pero no...

Dr. Orgeira: Sí, doctor. El testigo acaba de mencionar que personas distintas a Hugo lo interrogaron sentados en una mesa; que relate un poco en qué circunstancias.
Dr. Arslanian: ¿A qué interrogatorio se refiere? ¿Se refiere usted a los interrogatorios que narró haber sido sometido durante la tortura o a otro interrogatorio?
Tamburrini: Había una sucesión de continuidad en dos de las cuatro oportunidades en que yo fui torturado por Ia patota"; al menos, en esa pieza destinada a las torturas, digamos, que luego fui ya golpeado por Ia patota" en esa pieza en la que yo estaba, pero en las cuatro oportunidades en las que fui torturado e interrogado por "la patota" existió en dos de ellas una solución de continuidad entre el interrogatorio formal y amable en la mesa y la posterior tortura a los cinco minutos la relación de causalidad existente entre estos dos momentos distintos era la siguiente: en la mesa se me instaba a que reconociera participación en acciones subversivas, a lo cual yo me negaba porque no las había tenido, entonces me decían: "Bueno, a la máquina" entraban esas dos o tres personas del grupo de "la patota" y me torturaban con picana, con submarino, etc., etc., ésa era la vinculación, la relación que, digamos, había entre uno y otro tipo de interrogatorio.

Dr. Rodríguez Palma: Para que diga el testigo si en el país hizo alguna denuncia por privación de libertad o si alguno de sus parientes hizo hábeas corpus.
Tamburrini: Sí, señor defensor; mi madre presentó dos hábeas corpus, tengo la copia de uno de ellos aquí, ante el Juzgado Nº 3 de San Martín.

Dr. Arslanian: Tiene usted la constancia en su poder, apórtela.
Tamburrini: Sí. Luego, mi madre hizo la denuncia en la comisaría de Ciudadela con fecha 25 de noviembre de 1977; con posterioridad, con fecha 21 de setiembre del año '78, requirió una copia de la denuncia efectuada por ella, 10 meses más tarde, la que le fue remitida por el entonces comisario en la comisaría de Ciudadela, Luis VERHAS, en la que reconoce que realizaron una extensa compulsa en el libro de entradas y salidas de dicha comisaría y se encontraba una denuncia con orden 1.156, folio 57, caratulada "Privación ilegal de la libertad y daño", debido a que en el domicilio de O'Higgins 150 y en el de Maldonado 332, habían sustraído numerosos objetos de valor, producido hechos de saqueo, habían matado al perro de la casa, habían tirado disparos al aire, habían pernoctado durante toda la noche del 22 de noviembre al 23 de noviembre esperándome, habían robado diversos efectos, aparatos eléctricas y la copia de tal denuncia le fue remitida a mi madre.

Dr. Arslanian: ¿Tuvo radicación en un juzgado después?
Tamburrini: El mismo comisario, Luis VERHAS, en la copia de la denuncia que le remitió a mi madre, hace constar que el mencionado hecho está bajo la intervención del señor juez pena!, doctor Santiago HERRERA PAZ, del Departamento Judicial de la localidad de San Martín, siendo su instructor el comisario Alí SAMBRO; secretario, oficial subinspector GALLARDO; luego tengo la copia de una carta que mi madre envió al decano en ese entonces de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, el doctor BERENGUER CARISOMO, fruto de una consecuencia, de una conversación, de un encuentro previo de mí madre y el mencionado decano a los efectos de dejar constancia de que mi ausencia a las clases se debía al hecho de estar secuestrado y no al de, digamos, querer, o sea, perder la condición de alumno regular; luego mi madre también se entrevistó con el periodista PARDO, que en ese momento estaba trabajando en Casa de Gobierno, quien hizo de nexo entre ella y el doctor GARCIA, ése es el nombre que ella me manifestó; por intermedio de dicho periodista, mi madre entregó al doctor GARCIA, que trabajaba en Casa de Gobierno, dos cartas al ministro del Interior, HARGUINDEGUY, y sin recibir ningún tipo de respuesta.

Dr. Orgeira: Una más, señor presidente; ¿en esa época, qué edad tenía el testigo y a qué se dedicaba?
Tamburrini: Esto fue en el '77, yo había cumplido 23 años, el 18 de noviembre del año '77, 5 días antes de mi secuestro; era jugador de fútbol profesional y estudiaba Filosofía y Letras. Estaba haciendo la licenciatura de Filosofía.

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