31/12/08

Los Sanguinetti y la sombra negra de un Cangrejo Rojo

Para comenzar debemos poner las cosas en su justo término: el caso “cangrejo rojo” es uno de los menos relevantes entre las decenas de actos de corrupción en los que se han visto involucrados Julio M. Sanguinetti y su hijo. Una “coima” (“mordida” en otros países latinos) de 1 millón de dólares no tiene mayor significancia cuando se habla de personas que le han robado al Estado uruguayo centenas de millones. Y no lo digo yo; quienes hayan leído las notas anteriores se habrán enterado de la denuncia de Mr. Paul O´Neill, Secretario del Tesoro de los EE.UU., referida a “los CORRUPTOS GOBERNANTES brasileros, argentinos y URUGUAYOS que se llevaron a sus cuentas privadas en el exterior los dineros prestados a los pueblos” (gravísima denuncia que el actual Gobierno debería investigar, si no lo está haciendo). Estamos hablando de cientos de millones de dólares, y no de un simple “milloncito” que para el hijo del ex Presidente puede tener el mismo valor que tenía para mí, cuando era niño, el “pesito” del vuelto que mi abuela me daba cuando le hacía algún mandado. En otro comparativo no tan exagerado y bien ajustado a hechos concretos, debo decir que es menos del 50% de la “coima” que se llevaron (consta en la grabación hecha por del ex ministro Ovalle) el Dr. Antonio Marquesano y el Dr. Elias Bluth, ex Ministros de Julio M. Sanguinetti, en el famoso “affaire” del Puerto de Contenedores que terminó con un comunicado de 1 página en todos los diarios del país tratando de mentiroso a Julio M. Sanguinetti (que se silenció vergonzosamente y se fue un mes a la Estancia de Anchorena prohibiendo a la prensa tocar el tema) y que, como tantos otros casos, debe estar archivado en el algún Juzgado; y es casi la misma cifra que se embolsó Ernesto Laguardia, el Secretario privado de “papá Presidente”, cuando estafó a un ciudadano francés y luego le mandó a un conocido torturador para disuadirlo del cobro (y no hablemos de su Revista “Quatrorutas” y los cobros “adelantados” al BPS); y es solo la centésima parte de los 100 millones de dólares que otro íntimo amigo de “papá Presidente” le estafó a varios Bancos de plaza (me refiero a José M. Ganduglia) y que todavía sigue en libertad; y es no sé cuantas veces menos de lo que el “gordo Asiaín” se embolsó en su carrera política (solo fue preso unos pocos meses –y la prensa lo tapó- por una estafa menor); etc. etc. . Por lo tanto, desde un punto de vista cuantitativo, el episodio “cangrejo rojo” carece de mayor importancia; es solo uno de los tantos actos de corrupción cometidos por “los Sanguinetti” y su grupúsculo mafioso, y lo analizaremos –muy por arriba- al solo efecto de ir conformando el paquete delictivo que terminará demostrando que todos estos individuos (Marquesano, Bluth, Laguardia, Rijo, Asiaín, W. Abdala, etc., etc.) deben ser procesados por ASOCIACIÓN PARA DELINQUIR.

Una vez más debo mencionar en esta columna al ex Senador del Partido Colorado, Prof. Manuel Flores Silva, y a sus excelentes trabajos de investigación publicados en “POSDATA”, la prestigiosa Revista que creó y dirigió por años sobreviviendo a los más duros embates del poder corrupto. (En el número 6 de este Semanario analizamos su cierre). La exposición al público de los pormenores del affaire “cangrejo rojo” -investigado por “POSDATA” en extensión y profundidad en los Estados Unidos y en nuestro país- y la presentación en la Justicia que hizo Flores Silva en Marzo del 2000 de un CD conteniendo un diálogo entre Julio Luis Sanguinetti y Ricardo Moll Grolero (procesado por estafar a dos ciudadanos norteamericanos), tuvo un extraordinario valor, pero lo reitero, no por la cuantía de la cifra que en esa grabación manejó el hijo del ex Presidente como pretensión de cobro por el favor de “arreglarles” a los norteamericanos una concesión de pesca y un proyecto de remodelación de un Puerto, sino por dar –por primera vez- una potente luz sobre un delito e inmoralidades que eran el común denominador en las inversiones extranjeras de la época.

Durante la segunda Presidencia de Julio María Sanguinetti, su hijo Julio Luis y un grupo de correligionarios crearon la A.M.I. (Asesoramiento Multidiciplinario de Inversiones). Un negocio legal, brillante en función de la proyección que les daría la estrategia de captar -con la ayuda de “papá Presidente”- la totalidad del mercado de inversores, aunque desde el punto de vista ético.... bueno, ningún negocio es perfecto. Los inversionistas que llegaban al país en busca de asesoramiento para la colocación de capitales eran desviados –desde el poder político- a las oficinas de Julio Luis Sanguinetti y sus amigos, donde debían dejar por el servicio recibido entre un 10 a un 20% del capital a invertir. Un costo demasiado alto para un simple asesoramiento técnico, aunque no demasiado si consideramos que el servicio incluía tráfico de influencias, arreglo de licitaciones, y otros items. Por lo demás, estos porcentajes coinciden con los declarados públicamente en varias oportunidades -durante la década del 90- por los inversionistas extranjeros como condición “sine qua non” impuesta por los gobernantes latinoamericanos para poder hacer negocios en estos países. Y es en este contexto de corrupción globalizada y en un país con un Presidente disléxico (J.M. Sanguinetti) que confundió siempre la P con la J y creyó que PODER es JODER, (y que trató de “adalid de la Democracia” a quien había confesado haber torturado en los cuarteles, y también decía –otra vez confundiendo calificativos- que el Uruguay era un “decente país” en tanto sucedía todo esto), se gesta, en 1997, el famoso episodio del “cangrejo rojo”.

Por famoso, obviamente es conocido hasta en los más mínimos detalles por todos los uruguayos, no obstante lo cual, considerando la amplia difusión que este Semanario tiene en el exterior y especialmente esta columna que ha sido reproducida –11 veces en 14 ediciones- por ALERTA GOOGLE en su sección “URUGUAY EN TODOS LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DEL MUNDO” y retomada por muchos medios de prensa americanos y europeos, hoy voy a efectuar, en atención a los lectores del exterior, un relato –aunque muy sucinto- de los hechos delictivos de un caso que aún está siendo analizado por la Justicia de los Estados Unidos y de nuestro país. En la Justicia uruguaya deberán comparecer próximamente algunos actores, y entre ellos deberá ser citado el ex Presidente Julio María Sanguinetti, aunque esta vez no creo que en carácter de testigo sino de directamente implicado. Luego veremos porqué.

El asunto comienza en 1997 cuando dos empresarios estadounidenses –Timothy Kennedy y Francis Miller- se asocian al uruguayo Ricardo Moll Grolero en un negocio de pesca de cangrejo rojo y corvina negra dentro de un proyecto que incluía la remodelación del Puerto de la Paloma (situado en lugar estratégico de la costa uruguaya) al efecto de convertirlo en base de operaciones. Es en esta parte del negocio que se hacía necesaria la intervención de Julio Luis Sanguinetti, en ese entonces amigo de Moll Grolero, al efecto de que éste los asesorara en los trámites para el logro de tal concesión. En el marco de este “asesoramiento” se registra un diálogo entre Moll Grolero y Julio Luis Sannguinetti en el cual este último le dice al empresario, “para mi quiero uno”. Se estaba hablando de millones de dólares, por lo cual no era difícil inferir que el hijo del Presidente estaba reclamando un millón de dólares por su intervención en el arreglo de la licitación que habría de hacerse para remodelar y luego usufructuar del Puerto de la Paloma. Lo que no sabía Sanguinetti junior era que Moll Grolero grababa todas las conversaciones, muy probablemente en la intención de demostrarle a sus socios norteamericanos que tenía grandes influencias en el Gobierno. Y lo que en ese momento no sabía quien efectuó la grabación con ese fin, era que al poco tiempo debería usarla con otros fines muy diferentes: primero como elemento de presión, y luego como venganza. Agilizando el relato: los norteamericanos denuncian -en la Justicia de su país y del Uruguay- a Moll Grolero por estafa, aduciendo que éste se había apropiado de gran parte del dinero que le enviaron a Naifen S.A., la empresa formada para pescar y comercializar el cangrejo rojo. Para evitar su procesamiento el empresario uruguayo comienza a amenazar a Julio Luis Sanguinetti y a otro amigo, Ricardo Scaglia, Presidente de un ente del Estado, con hacer conocer la grabación. Las actuaciones judiciales en el Uruguay se demoran pero terminan el 16 de diciembre de 1999 con el procesamiento con prisión a Ricardo Moll Grolero y tres meses después (marzo del 2000) es procesado su padre, el Almirante Eladio Moll, por complicidad en la estafa. En esos días “fuentes cercanas a la familia Moll” –según “POSDATA”- le hacen llegar a Revista el CD con la grabación de lo conversado entre Ricardo Moll y Julio Luis Sanguinetti. Como correspondía, su Director el Prof. Manuel Flores Silva, pone el CD en manos de la Justicia. A partir de ese momento el público comienza a conocer episodios vergonzosos y vergonzantes. La Revista “POSDATA” denuncia recibir fuertes presiones del gobierno para que la transcripción de la grabación no se publique. Su Director no se doblega ante el poder corrupto y saca un número especial tratando el caso. Siete meses después, el 13 de Octubre del 2000 se da a conocer (extraigo del Semanario “BRECHA” de fecha 24-8-2001) “UNA FOTO EN LA CUAL PUEDE VERSE AL PRESIDENTE JULIO MARÍA SANGUINETTI RECIBIENDO A TIMOTHY KENNEDY, así como una fotocopia de la invitación cursada a la Jueza María del Rosario Berro para testificar a favor de Kennedy y Miller en un juicio civil en Seattle, Estados Unidos, que finalmente no fue aceptada porque la Suprema Corte de Justicia lo desaconsejó elegantemente”. La foto en cuestión fue harto demostrativa de que “papá Presidente” no estaba ajeno a la “travesura” de su hijo.

Esta fue la síntesis de las partes delictivas de un episodio que llevó al SENADO DE LOS ESTADOS UNIDOS A SUSPENDER TEMPORALMENTE DETERMINADAS ASISTENCIAS FINANCIERAS A NUESTRO PAÍS.

Ahora veremos los hechos al margen, ya no de lo legal sino de la moral, que se suceden a partir de ahí.

Luego de que Flores Silva se presentara en el Juzgado a cargo de Ma. del Rosario Berro, se inicia un presumario que 16 meses después fue archivado. En ese tiempo Sanguinetti Jr. (abogado como su padre y a la sazón Diputado Nacional) hizo varias comparecencias y presentó varios escritos en el Juzgado, incluyendo uno en el que ofrecía despojarse de sus fueros (un alarde estúpido porque sabía que como testigo en un presumario nadie se lo iba a exigir), y cuyos contenidos no viene al caso exponer, porque, como es obvio, todos eran alegatos de su inocencia, cosa que nunca pudo demostrar. Lo que sí demostró en sus comparecencias es que no era un hábil declarante como muchos lo dijeron, sino un descarado burlador de la Justicia. Ya en su primera presentación ante la Jueza Berro y la Fiscal penal Olga Carballo sostuvo reiteradas veces -ante la pregunta de si esa era o no su voz- que no podía “dar fe de que una de las voces que escuchaba fuera la suya”. La pregunta concreta merecía (en la seguridad de su inocencia) una respuesta concreta: esa no es mi voz, y punto. Pero de responder así, y ante la posibilidad de que posteriormente se demostrara lo contrario, habría cometido perjurio, por lo cual, en la expresión “no puedo dar fe de que sea mi voz” encontró la burlona respuesta que lo salvaría de tal posibilidad. Esto no debió de caerle bien ni a la Jueza ni a la Fiscal, y dos días después la Jueza Berro solicitó a la Suprema Corte de Justicia la autorización de fondos para realizar un cotejo y peritaje de las voces del CD y las grabaciones que ella pretendía hacerle al Diputado J.L. Sanguinetti. La Suprema Corte autoriza el peritaje, y el 19 de octubre de ese año el Juzgado cita a Sanguinetti para que se presente a una nueva audiencia el día 26 de ese mismo mes. Se le comunica que el objeto de la misma es efectuar una grabación de su voz como elemento comparativo para su posterior estudio. Ese día, el abogado y diputado Sanguinetti presenta para el peritaje oral.... un escrito. UNA NUEVA Y VERGONZOSA BURLA A LA JUSTICIA DE NUESTRO PAÍS. Como comentario -para nuestros lectores del exterior- debo decir que en esta semana un Fiscal pidió el procesamiento del Director de la Dirección General Impositiva del Uruguay, el Sr. Zeindensztal, por haber cometido “desacato” al referirse con una frase irónica a un Juez que había condenado con una pena de “trabajos comunitarios” a empresarios que habían evadido impuestos por decenas de millones de dólares. Esta frase, que tenía en su contenido la referencia de que tal hecho era propio de “repúblicas bananeras”, fue proferida en un momento de indignación por quien entendía que ese Juez había tomado una resolución que no guardaba relación con la gravedad del delito, lo que puede costarle al Sr. Zeindesztal 10 meses o más de prisión. En tanto, LA BURLA DE JULIO LUIS SANGUINETTI A UNA JUEZA, A UNA FISCAL, Y A LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, solo tuvo como resultado el archivo del caso (sin esa pericia no se podía continuar investigando) aunque pocos meses más tarde éste se reaviva. Transcribo el copete de la nota de “BRECHA” a la que ya hice referencia: “Paradójicamente, el archivo judicial del caso “cangrejo rojo”, en lo que al diputado Julio Luis Sanguinetti refiere, no ha hecho más que reavivarlo. La entrevista que su padre, cuando era Presidente, mantuvo con un empresario estadounidense puede haber sido algo más que simple protocolo”.

Vale la pena analizar algunas frases del escrito que Sanguinetti Junior presentó para la “pericia oral”. Como era previsible, en el inicio de sus deposiciones se ensaña con “POSDATA” diciendo que le “constan los bajos o inexistentes niveles de profesionalidad periodística de esta publicación” (opinión solo compartida por los corruptos de este país) y que no “fue avisado de su publicación, ni de la posibilidad de hacer descargos o no” (habría sido “no” porque ante la justicia no pudo hacer ninguno) y que “observando detenidamente la publicación y su presentación gráfica queda patente la intención difamatoria” (sic). Todos los uruguayos recordamos que en ese número “POSDATA” presentó en la tapa un “cangrejo rojo” (nada más ilustrativo) lo que me hace suponer que Sanguinetti pretendía –para no sentirse difamado- una inocente paloma blanca o un juguetón hamster y no ese siniestro bicho cuya imagen sin duda comenzaba a aterrarlo. Más adelante expresa que la “grabación fue realizada clandestinamente, violando el orden jurídico establecido” (tal aseveración fue una nueva burla por provenir de quien estaba siendo indagado por violar ese orden), para agregar que “además es de pésima calidad”, pretendiendo hacerle creer a la Jueza y a la Fiscal que la calidad de una grabación podía incidir en el grado de violación a una ley. Si este argumento lo hubieran empleado Fuyimori y Montesisnos (la calidad de los videos que los incriminaban era pésima) ambos habrían sido declarados inocentes. En otra parte de sus deposiciones expresa que “la situación, aún con grabación cierta y pericia hecha, no conduciría a ningún evento de relevancia penal”. De comprobarse que era cierta la grabación, y luego de hecha la pericia, es probable que la situación no lo condujera a un “evento de relevancia penal”, porque aún podría argumentar que al decir “para mí quiero uno” se refería a un “cangrejito rojo” y no a un millón de dólares. Y en el final del extenso escrito ratifica una vez más que “no puede dar fe” de que en esa grabación se escuche su voz por lo cual no había razones para proseguir con la indagatoria judicial. Cuantas horas de esfuerzo intelectual se habría ahorrado si en lugar de elaborar tan extenso documento, se hubiera presentado en el Juzgado para expresar con la seguridad de la inocencia: “esa no es mi voz, y aunque se le parezca no puede serlo porque yo jamás dije tal cosa. Me someto a la pericia solicitada y autorizada por la Suprema Corte”. Esto es lo que hubiera hecho cualquier ciudadano, sin estudios ni títulos, y con el solo asesoramiento de su intelecto y en el convencimiento de su inocencia. El hijo del Presidente estudió leyes durante 7 u 8 años para poder despreciar a la Justicia burlándose de ella en un escrito extenso, burdo y complicado; eso sí, momentáneamente logró su objetivo: el caso tuvo que archivarse.

Existían grabaciones con la voz de Julio Luis Sanguinetti en una página WEB del Parlamento, pero desaparecieron misteriosamente. Sin cotejo de voz no podía probarse nada. La decisión de la Justicia se basó en que “en un Estado de derecho como el que impera en nuestro país, en el que no se estipula la carga de someterse a la prueba, parece incuestionable que la negativa del señor Sanguinetti opera como una barrera infranqueable a la prosecución de estos obrados”. Todo quedó en la nada. Lo único que quedó al margen de toda duda –debido a las inmoralidades cometidas por Julio Luis- fue la paternidad de Julio María Sanguinetti.

Han pasado algo más de 4 años. Y de la misma forma en que misteriosamente desaparecieron las grabaciones que podían cotejarse con el CD que está en el Juzgado, parece que ahora, también misteriosamente, el “cangrejo rojo” ha comenzado a moverse. No estaba muerto, y aunque los cangrejos caminan hacia atrás, la Justicia sigue adelante.

Nos preguntamos: ¿podrán “los Sanguinetti” seguir burlándose de Ella?.

La Columna de Elliot Ness
Miguel M. Liard
03/06/06

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