9/11/08

Como se fraguó el Golpe de Estado de 1973

En la madrugada del 27 de junio de 1973 los tanques del ejército cercaron un Palacio Legislativo a esas horas desierto. En la madrugada, un grupo de Senadores, había sostenido la última sesión de la Cámara, ya en conocimiento de que el presidente colorado, Juan María Bordaberry, estaba redactando el decreto de disolución del Parlamento, suspensión de la actividad de los partidos políticos y otras medidas administrativas que terminaban con la escasa democracia formal existente.

Nadie convocó esa noche a defender las instituciones, y nadie demostró sorpresa por lo que se preparaba. El Parlamento era entonces prácticamente el último bastión de una democracia que había sido brutalmente recortada en los cinco años anteriores. Con la censura impuesta desde el anterior gobierno de Jorge Pacheco Areco a los medios de comunicación social, el Parlamento era la única caja de resonancia para las denuncias de torturas y de la escalada militar.

Los periódicos sólo podían publicar esas denuncias si estaban registradas en las actas de las sesiones del Parlamento. De esa manera, se conocieron las denuncias de torturas, la muerte en los cuarteles, el testimonio de Hugo Bardecio, fotógrafo policial, secuestrado por los tupamaros, revelando la existencia del "Escuadrón de la muerte" y sus vínculos con la jerarquía del Ministerio del Interior, oficiales militares y embajadas extranjeras.



Un proceso de varios años
Para muchos, el golpe de Estado se había formalizado antes, con la aprobación en abril de 1972 del "Estado de Guerra interno", o aún mucho antes, cuando el país comenzó a ser gobernado por decreto, al margen de la Constitución. De hecho, el primer desaparecido uruguayo, el estudiante de medicina y enfermero, Luis Ayala, es de mediados de 1971, cuando aún gobernaba el presidente "democrático" Jorge Pacheco Areco.

De todas maneras, las "tentaciones" militares de tomar el poder estuvieron presentes y amenazantes, desde muy temprano. En su libro "Alto al Fuego II", los periodistas Nelson Cauta y Alberto Silva, revelan documentación y testimonios que demuestran que los militares estuvieron desde la década del 30 inspirados por las corrientes nazi fascistas europeas de esa época, amenazando el poder de acuerdo con sectores políticos de derecha.

El ex agente de la CIA, Philips Agee, en su libro testimonio "La CIA por dentro", recuerda sus contactos en Uruguay, donde estuvo asignado a principios de la década del 60, y las manipulaciones políticas para llevar a cabo un Golpe de Estado, cuando aún no existía en el país ni la guerrilla, ni una izquierda fuerte, ni una central sindical. Agee señala al general Aguerrondo como un militar golpista.



Crisis económica y social
El país había crecido en el marco de la coyuntura internacional determinada por la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, gracias a sus exportaciones de productos agropecuarios y al desarrollo de una industria de sustitución de importaciones. Concluidos estos conflictos, la industria de sustitución de importaciones no resistió la competencia externa y los precios de los productos básicos de exportación cayeron drásticamente.

Se inició entonces una espiral inflacionaria que comenzó a afectar seriamente el poder de compra de los salarios. La clase obrera, que con el relativo desarrollo industrial había crecido y se había fortalecido, se lanzó entonces a la resistencia de las medidas restrictivas en materia salarial, defendiendo el poder adquisitivo de los salarios logrados en años de lucha. Estos reclamos fueron reprimidos por una clase dirigente temerosa del poder de los trabajadores

En ese marco económico social, al comienzo de la de la década de los '60, crece la organización sindical, y en especial en los sectores más marginados, como los trabajadores de la caña de azúcar del norte y del cultivo de arroz en el este del país. Primero plantearon el cumplimiento de las escasas leyes que existían para los trabajadores rurales, y presentaron el reclamo de volcar las tierras improductivas a una reforma agraria general.

Las diversas tendencias sindicales comenzaron un proceso de unificación con el objetivo de crear una central única, al tiempo que en el campo político de la izquierda comenzaba a notarse la influencia de la Revolución cubana. Junto con el crecimiento de las luchas de los trabajadores y de la izquierda también se inicia un proceso de búsqueda de unificación y creación de un frente popular, y la reacción endurece sus ataques contra la gente.

Habían comenzado a organizarse bandas fascistas, se atentaba contra locales y miembros de los partidos de izquierda. Incluso fue asaltada la Universidad,de la República por bandas fascistas con la complicidad del jefe de Policía de Montevideo. En el ambiente político se manejaba la posibilidad de un golpe militar, al punto de que la Convención Nacional de Trabajadores (CNT)aprobaba en 1964 un Plan de resistencia al Golpe de Estado.

Ante esta ola represiva, el movimiento popular ensaya diversas formas de organización y resistencia, y comienza a surgir el movimiento guerrillero urbano. En 1967 muere el presidente julio César Gestido, y asume en su lugar el vicepresidente Jorge Pacheco Areco. La transición sucede en medio de cavildeos de Golpe de Estado y convocatoria de nuevas elecciones. Pocos meses después, en junio de 1968, el presidente decreta las Medidas Prontas de Seguridad.

Se congelan precios y salarios, se prohibe el funcionamiento de algunos partidos políticos y sindicatos, y se clausura algunos periódicos. Las huelgas fueron reprimidas severamente, y se llegó a la militarización de los empleados bancarios para romper el conflicto que llevaban adealnte. El gobierno de Jorge Pacheco Areco (1967-1972) funcionó durante todo su mandato dentro de esquemas autoritarios de ejercicio del poder

Decretó la suspensión de las garantías individuales en varias ocasiones, clausuró y censuró medios de comunicación, utilizó la tortura sistemática contra los detenidos acusados de pertenecer a la guerrilla o militantes activos de la izquierda. El primer desaparecido ocurrió bajo su mandato, y habilitó la intervención extranjera. Funcionarios norteamericanos, como Dan Mitrione, llegaron al país a enseñar métodos represivos y torturas.

Se hizo masivo el envio de militares uruguayos a estudiar contrainsurgencia en las bases norteamericanas en Panamá, y se mantuvo contactos extrechos con los gobiernos dictatoriales de Argentina y Brasil, al punto que este ultimo país preparó una invasión a Uruguay si el Frente Amplio ganaba las elecciones en noviembre de 1971. El estilo de gobernar al margen de la Constitución y la ley llevó a intensas negociaciones entre los partidos políticos opositores.

Se impulsó un juicio político en el Parlamento con el fin de destituir al presidente y realizar una convocatoria a nuevas elecciones. En estas negociaciones participaron algunos militares y el vicepresidente de la República, Jorge Abdala. Sin embargo, las dudas de algunos políticos y algunos éxitos del gobierno en el combate a la guerrilla, dejaron sin efecto estas negociaciones. Las elecciones de 1971 que fueron denunciadas por fraudulentas

Se producen en un momento de auge del movimiento popular, con la izquierda unificada en el Frente Amplio (desde demócratas cristianos a comunistas, y la expresión política de la guerrilla) y con las expectativas creadas por el gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, las expresiones nacionalistas de gobierno boliviano del general Torres, y la creciente resistencia a la dictadura argentina.



Asume Bordaberry
El gobierno norteamericano de Richard Nixon respalda a las dictaduras latinoamericanas y prepara a los militares de las escasas democracias para asumir el gobierno. Aquí Bordaberry asume el gobierno en marzo de 1972, pero con limitados apoyos. La semitregua del movimiento guerrillero terminó, y ante la falta de voluntad del gobierno para actuar contra el "Escuadrón de la muerte", el MLN ejecuta a algunos de sus jefes en abril de ese año.

El gobierno recrudece la represión y la hace más amplia, e incorpora al ejército en la conducción de la misma. En mayo de ese mismo año, y tras la muerte de cuatro soldados en un ataque del MLN a la residencia del comandante en jefe del Ejército, presentada como un ataque a soldados indefensos, el Parlamento decreta el "estado de guerra interno", habilitando al ejército a cumplir funciones policiales, a detener personas sin orden judicial y retenerlas en cuarteles.

En el año transcurrido hasta el Golpe de Estado de junio de 1973, las Fuerzas Armadas detuvieron a decenas de miles de personas, aplicaron la tortura en forma sistemática, asesinaron y desconocieron todas las garantías constitucionales. En ese período lograron desarticular al aparato armado de la guerrilla, y después asaltaron el gobierno. En febrero de 1973 los jefes militares avanzan sobre el poder de manera totalmente clara.

Presionaron al presidente para el cambio de un ministro, en lo que se denominó el Acuerdo del Boiso Lanza, que sólo enfrentó la resistencia de un sector de la Armada. Finalmente, el 27 de junio, Boraberry disolvió el Parlamento, y poco después decretó la disolución de la central obrera (CNT), prohibió a todos los partidos políticos, intervino la Universidad de la República, y categorizó a los ciudadanos según sus antecedentes políticos o sindicales.

La Convención Nacional de Trabajadores (CNT) reaccionó de inmediato al Golpe de Estado, según tenía previsto desde 1964, y decretó una huelga general con ocupación de lugares de trabajo. La resistencia duró tres semanas. El 9 de julio se llevó a cabo una manifestación por 18 de julio, convocada en la clandestinidad y desde la radio por Ruben Castillo (leyendo el poema "A las cinco en punto de la tarde"). Decenas de miles tomaron las calles.

La Juventud
27/06/06

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