29/9/08

La muerte de dos detenidos

• El martes 5, Zelmar Michelini solicitó informes sobre el fallecimiento de dos detenidos por las Fuerzas Conjuntas.
• En cada caso, el senador reclama respuesta acerca del día, lugar y circunstancias en que murieron los detenidos. En la sesión del mismo día amplió el pedido de informes con la siguiente exposición:

Señor Michelini. Señor presidente, me voy a referir a los pedidos de informes que presenté porque es necesario aclarar el sentido de los mismos.
Me interesa aclarar esto, porque el país debe conocer que, efectivamente, esas personas fallecieron y estaban, ambas, detenidas. Pero este recurso de que un senador tenga que plantear el tema en el cuerpo, a efectos de poder dar difusión a la noticia, seguramente no tiene precedentes en la historia del país.
Las Fuerzas Conjuntas, y el Poder Ejecutivo, tan solícitos siempre para informar absolutamente de cualquier asunto que les parece de importancia, han ocultado, sistemáticamente, la muerte de detenidos cuando sucede en los cuarteles donde se hallan alojados. Así pasó, señor presidente, con relación al obrero Batalla, sobre lo que no se dio ninguna información en Treinta y Tres y así ha sucedido en el caso de estos dos fallecimientos. El viernes, efectivamente, falleció en el Hospital Militar un detenido, Walter Sanzó, y nosotros queremos conocer todo el proceso, porque si bien parece no haber sido objeto de torturas, fue herido en circunstancia de un procedimiento policial, en un enfrentamiento con las Fuerzas Conjuntas, operado en la ciudad de Maldonado. Nos interesa mucho saber cómo llegó al Hospital de Maldonado, porque los datos que obran en nuestro poder establecen que estuvo desangrándose durante horas, y que esto es imputable exclusivamente, a las fuerzas que operaban en ese entonces, que lo quisieron dejar morir, precisamente, en esas condiciones. Sobre el otro caso, nosotros tenemos información de que esta persona falleció, también, por torturas. Se trata de Edison Marín, delincuente común, sobre el que pesaba una condena por delitos comunes, uno de ellos creo que era homicidio.
SEÑOR TERRA- ¿Me permite una interrupción, señor senador?
SEÑOR MICHELINI. Con mucho gusto.
SEÑOR TERRA: Con relación al caso anterior planteado por el señor senador Michelini, digo que conozco el relato minucioso de los hechos ocurridos en el Hospital de Maldonado y puedo relatarlos a título de ilustración. Según el comunicado que informó sobre el procedimiento llevado a cabo por las Fuerzas Conjuntas en la estancia situada entre Pan de Azúcar y San Carlos, se dice que el mismo se realizó a las 7 de la mañana. El herido fue llevado al Hospital Marítimo de Maldonado el lunes 22 a la hora 12, lo que significa que habían transcurrido muchas horas. Lo bajaron con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda; lo llevaban desnudo y envuelto en una frazada usada como parihuela. Al llegar, lo arrojaron sobre una cama volcando la frazada y agregando uno de los custodias que lo trasladaban: "Ahí va un tupamaro como ejemplo para la comunidad".
Como digo, dejaron transcurrir, más o menos, unas 3 ó 4 horas entre el procedimiento y el traslado, a estimar por las horas. El detenido presentaba una herida con orificio de entrada en la región glútea y orificio de salida por el abdomen. Era una herida de consideración, a pesar de que el comunicado decía que la misma carecía de entidad. El oficial a cargo del procedimiento pretendía llevarse al detenido sin permitir que fuera operado. Hubo que administrarle 3 litros de suero y un volumen de sangre. Cuando se procedió a la intervención quirúrgica se encontró que, además de las múltiples perforaciones intestinales, el herido tenía cortada la vena hipogástrica y había perdido más de 2 litros de sangre a raíz de una hemorragia interna. La dificultad que había para proceder a operar a esta persona, presentada por las propias fuerzas armadas, fue solucionada por los médicos ofreciendo al oficial a cargo del procedimiento la posibilidad de que pusieran guardias por todos lados e incluso, a éste mismo oficial se le puso un guardapolvo blanco y le permitieron que se instalara con su metralleta en el bloque quirúrgico, a fin de presenciar la operación, cosa que hizo.
Estuvo presenciando la operación, a fin de dar alguna garantía (ante un hombre que estaba en un estado que no podía representar riesgo alguno ni resistencia), con la metralleta en la mano.
La operación duró 5 horas. En la parte de los intestinos el tiempo insumido fue breve; pero el pinzado de la vena fue extremadamente difícil, a tal punto de que muchas veces estuvieron en tren de desistir de la posibilidad de salvarlo. Sólo después de 5 horas, el detenido fue salvado. Me comentaban los testigos presenciales de la operación, que los coágulos de sangre del cuerpo de esta persona eran sacados a puñados y a dos manos del vientre, todo lo que se hacía en presencia de ese oficial que menciono. La vida del herido fue salvada en ese momento, pero en condiciones extremadamente difíciles, porque ya era muy tarde. Hay que reconocer que después de esas 5 horas que duró la intervención -y que, supongo, este oficial no olvidará, y que lo habrán hecho meditar sobre sus actuaciones anteriores- el oficial quedó sentado a la cabecera de la cama en que reposaba el herido, y le suministraba agua con cucharitas, lo que demuestra que los integrantes de las Fuerzas Conjuntas no carecen de sensibilidad, pero las condiciones en que están actuando y las instrucciones que ellos reciben, hacen que se comporten en condiciones que obligan a liberar de su ser lo pero que en él tienen. Pero enfrentados a situaciones graves y convencidos de eso, tienen capacidad de reaccionar de otro modo y lo hacen. Esto es lo que yo conozco de este episodio. No sé qué tratamiento tuvo el detenido una vez que fue retirado del Hospital de Maldonado y trasladado a Montevideo. Pero entiendo que las condiciones en que transcurrieron esas primeras horas hasta la realización de la intervención, constituyen suficiente factor agravante como para preguntarse si el desenlace hubiera sido el mismo si la atención al herido se hubiera prestado inmediatamente.

SEÑOR MICHELINI: El otro pedido de informes tiene que ver con el fallecimiento de otro detenido: Edison Marín, del que tampoco se ha dado noticia por parte de las Fuerzas Conjuntas. No entendemos este procedimiento, o incluso pensamos que puede suceder muy bien que el resto de los señores ministros no estén enterados de los hechos, que el propio presidente de la República pueda ignorarlo, porque alguna razón debe haber para que las Fuerzas Conjuntas lo oculten a todo el país.
Edison Marín era un delincuente común, que había sido procesado y condenado en virtud de pesar sobre él un fallo de la justicia que tenía relación con un homicidio. Se fugó en abril de este año junto con un grupo de tupamaros y fue detenido después por las Fuerzas Conjuntas, no se sabe en qué fecha. Falleció en una unidad del ejército el sábado de tarde o en horas del mediodía, y se nos dice que en virtud de un síncope cardíaco. No hemos tenido absolutamente ninguna posibilidad de acceso a documentos fehacientes. Ha trascendido, en cambio, que este detenido estuvo sometido a un plantón muy largo, que se desmayó y que cayó, y que quienes estaban allí presentes pensaron que se trataba de un simple caso de fatiga o de falta de resistencia, por lo cual le tiraron un poco de agua para reanimarlo. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que la situación era mucho más comprometida de lo que se pensaba, y el detenido falleció en el Hospital Militar.
Perseguimos, señor presidente, dos motivos bien claros con estos pedidos de informes. El primero, que la opinión pública se entere de estos hechos y de que no se les oculte, que haya una opinión pública bien informada. El segundo, tratamos de conseguir los datos necesarios para realizar las averiguaciones correspondientes. Junto con los demás senadores del Frente Amplio, hemos presentado una moción para que se nombre una comisión investigadora de las torturas y creemos que este caso de Marín encuadra perfectamente en esa situación. Además del caso del obrero Batalla en Treinta y Tres, se suma ahora el de un detenido en una unidad del ejército.
Se ha dicho por algunos, que se trata de un delincuente común, que se trata de un individuo de mal vivir. Recuerdo que hace muchos años, en oportunidad de que un delincuente fue torturado en la jefatura de policía, se promovió a nivel parlamentario, una investigación y todo el país se conmovió. Ahora, en las unidades del ejército, nosotros hemos sostenido que en algunas de ellas se procede a someter a apremios físicos o morales a los detenidos, y nadie se conmueve, no hay investigaciones de ninguna clase, tampoco hay declaraciones por parte del Ministerio de Defensa Nacional, y ha transcurrido ya un mes largo de la puesta en vigencia del estado de guerra y de la suspensión de las garantías individuales, hemos hecho reiteradas denuncias aquí, en la Asamblea General y en la comisión respectiva, y no hemos encontrado absolutamente ninguna respuesta por parte del Poder Ejecutivo ni tampoco por parte del Ministerio de Defensa Nacional.
Quiero además, ratificar las torturas que se vienen realizando en el Batallón Florida. Cuando se trate el tema de nombrar una comisión investigadora, nosotros vamos a ampliar todos estos detalles. Digo que en ese batallón hay 3 detenidos, entre muchos otros, que son Arturo Dubra hijo, Washington de Vargas y Susana Alberti, que han sido sometidos a torturas verdaderamente infamantes y que, por respeto a la ciudadanía y las tradiciones del ejército, el señor presidente de la República debería salir en persona a contestar, a informarse e investigar. El ejército tendría que hacer declaraciones, porque esto es muy común en el Batallón Florida y nosotros lo hemos denunciado reiteradamente.

Publicado en el Nº 1596 de MARCHA del 9 de junio de 1972

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