8/6/08

IV -El sistema de partidos en Uruguay

El sistema de partidos en el Uruguay se remonta a los primeros años de la Independencia. Aunque por entonces la Constitución liberal de 1830 no los contemplaba, lo cierto es que ya empezaban a notarse las distancias entre el "país legal" y el "país real" que discurría mucho más inorgánicamente a influjo de la acción política caudillesca (Caetano, 1998). En efecto, ni la citada Constitución ni la Ley de Abril de 1830 que fijaba las reglas para la elección del Presidente, contemplaba a los Partidos. Con las divisas y la acción de los caudillos, sin embargo, tenemos el origen de verdaderos "protopartidos".
El otro hito puede ser considerado la Guerra Grande. Allí González explica que los Partidos irían adquiriendo sus principales rasgos: un Partido Colorado más liberal, de tendencia anticlerical y ligado a los intereses urbanos; y un Partido Nacional más conservador y de mayor inserción en el medio rural. De todas formas los dos partidos eran policlasistas, abarcando un amplio espectro ideológico. En torno a ellos, sin duda se ha ido edificando el sistema de partidos en Uruguay. Ello no implica desconocer, por su lado, la existencia de partidos menores, que en el caso del Partido Socialista y de la Unión Cívica, remontan sus orígenes a principio de siglo. Sin embargo, éstos como veremos luego, no son considerados de relevancia para los esquemas de análisis más utilizados en el ámbito de las ciencias políticas.
Para definir nuestro sistema, entonces, podemos partir de los criterios propuestos por el ítalo-norteamericano Sartori. El primer criterio que propone el autor es el numérico, esto es, la cantidad de partidos existentes. Sin embargo, no se trata de contar los partidos legalmente instituidos, y ni siquiera aquellos con representación parlamentaria, sino aquellos relevantes politológicamente. Así diseña un método para contar los partidos: en ese sentido, el partido para ser relevante debe haber integrado acuerdos de gobierno (este es, el criterio "posibilidad de coalición") (Sartori, 1980). Pero además, puede suceder que un Partido jamás haya formado parte de un Gobierno, en tal caso, se entenderá clasificable si su presencia influye en la gestión gubernamental: es el criterio conocido como "posibilidad de chantaje".
De tal manera lo anterior que el formato de un sistema dependerá del número de partidos con posibilidad de coalición y chantaje: podrá existir un sistema con un partido, bipartidista, pluralista limitado, y pluralista. A su vez, en un sistema con un solo partido, distingue el autor entre partido totalitario (caso de los regímenes comunistas), hegemónicos (permite la existencia de otros partidos, pero no hay competencia real) y predominante (hay un solo partido dominante).
Por su lado, la mecánica del sistema dependerá de tres componentes: la "distancia ideológica" (envergadura de las diferencias entre partidos); la "intensidad ideológica" (importancia que los partidos le asignan a lo ideológico); y el tipo de competencia (competencia centrípeta donde los partidos buscan ocupar el mismo espacio, o centrífuga, esto es, de mayor polarización).
Sartori entonces, define al sistema uruguayo como de partido predominante: al haber ganado el Partido Colorado las elecciones desde 1868 hasta 1958, y luego de dos períodos vuelto a ganarlas, deduce el autor italiano que hubo un solo partido de tipo predominante. Operacionalmente, si un partido es capaz de ganar tres mayorías consecutivas en la cámara baja, entonces hay sistema predominante. González discute esta afirmación, aunque basado en criterios más bien formales. Señala en ese sentido que: (i) recién en 1918 se establecieron garantías reales, lo que deja el período 1868-1918 fuera de discusión. (ii) En el período que va de 1918 a 1933, los colorados nunca obtuvieron tres mayorías consecutivas en la cámara baja (la perdieron en 1925). (iii) después de la dictadura de Terra, los colorados ganaron las cuatro elecciones siguientes –1942, 1946, 1950 y 1954- pero en 1946 no lograron mayoría absoluta en la cámara baja. (iv) los blancos triunfaron en 1958 y 1962. (v) los colorados volvieron a ganar las tres elecciones siguientes (1966, 1971 y 1984) pero en las dos últimas no lograron mayorías en las cámaras.
Concluye González que "bajo gobiernos democráticos, Uruguay tuvo un sistema bipartidista la mayor parte del tiempo, pero los colorados lograron convertirse en partido predominante durante cerca de un tercio de la vida democrática del país". Además agrega que bajo gobiernos no democráticos el Partido Colorado también se posiciona mejor siendo predominante de 1868 a 1917, y en el control de la dictadura de Terra.
Independientemente de todo esto, parece claro que a lo largo de todo el siglo, más allá del formato, la mecánica del sistema fue siempre de tipo bipartidista. Así lo confirma el hecho de constatarse una cultura de coparticipación, que se observa en múltiples acuerdos políticos, en la distribución de cargos en los entes autónomos, la distribución de cuotas para empleos en el Estado, negociaciones para modificar la Constitución, etc. (Mieres, 1992).
La otra característica de nuestro sistema es la alta fraccionalización de esos partidos, al punto de haberse hablado de verdaderas coaliciones al interior de los partidos. Incluso se llegó a decir que nuestro bipartidismo en realidad escondía un sistema multipartidista (Lindahl, 1962; Sartori, 1976, Errandonea, 1996). Sin embargo, González vuelve a oponerse a esta visión, señalando la primacía del bipartidismo.
El sistema, por su lado, comienza a cambiar a partir de 1971. Según los términos de Sartori, estaríamos frente a un sistema de tipo "pluralismo limitado". Efectivamente en 1971 aparece el FA y logra un 18% a nivel nacional, y un 31% en Montevideo, desplazando al PN al tercer lugar en la capital del país. Los resultados de 1984 confirman el nuevo formato (a pesar de los esfuerzos de la dictadura por lograr lo contrario) con una votación a nivel nacional de la izquierda del 21% y del 33% en Montevideo. Se registra un nuevo cambio en 1989, con el surgimiento de un cuarto actor (Nuevos Espacio). El FA repite el 21% pero logra un 36% en la capital, obteniendo así la intendencia Municipal de Montevideo (IMM). El Nuevo Espacio, por su lado, llega a un 9% a nivel nacional.
¿Qué determinó la primacía del sistema bipartidista?. Pues bien, el sistema electoral ofrece muchas pistas. Aún así, parecería ser que el sistema electoral no determina el sistema político, más bien es una variable entre tantas. En ese sentido, se presentan "leyes tendenciales" (Duverger) de importancia para nuestro caso:
Ley tendencial 1: Las fórmulas de mayoría facilitan un formato bipartidista y obstruyen el multipartidismo;
Ley tendencial 2: Las fórmulas de representación proporcional facilitan el multipartidismo, y difícilmente conducen al bipartidismo.

Para el Uruguay tenemos que un sistema semipresidencial donde la atención se enfoca en la carrera hacia la presidencia, que se decide por mayoría simple, y al ser las elecciones simultáneas, bloquea el efecto de la ley 2 y prima la ley 1.

Hoy por hoy podemos discutir si acaso el pasaje de la elección presidencial por mayoría absoluta a dos rondas, no facilita el surgimiento del multipartidismo. Creemos que definitivamente podría ser esa una de las tendencias futuras del novel sistema electoral inaugurado por la Reforma de 1996.

Ahora bien, las lecciones que deja el autoritarismo son que según González, hay dos estructuras que demostraron ser adversas a la estabilidad democrática. La fraccionalización que bloqueó la implementación de medidas; y el semi-presidencialismo. Según Sartori, los sistemas presidencialistas implican riesgos adicionales para la estabilidad de los sistemas altamente polarizados. Efectivamente, el sistema antes del golpe estaba constituído por un bipartidismo fraccionalizado, a lo que se suma fragmentación y polarización


Leer: El sistema electoral en Uruguay

No hay comentarios.: